En el acto del Día de Canarias celebrado este 26 de mayo, la comunidad educativa del colegio Poeta Montiano Placeres ha rendido homenaje a las abuelas y los abuelos que dedican tanto de su tiempo e inquietudes a dar atención a sus nietos y nietas en una colaboración más con el bienestar de sus familias.
A continuación de las fotos podrán leer los dos poemas preparados para la ocasión por Benedicta Rodríguez Martín y Soraya Santana.
Ariadna Martín, representante del alumnado en el Consejo Escolar, lee el poema dedicado a los abuelos
Benedicta Rodríguez, también abuela, recibe flores en agradecimiento a su colaboración en el homenaje
A LAS ABUELAS
Siempre a la disposición
de los hijos y los nietos
aunque nos falten las fuerzas,
aunque nos pesen los años
y se nos acabe el tiempo.
Aunque tu cuerpo cansado
grite que no puede más,
te ayuda el amor de madre
a superar el cansancio
y cualquier dificultad.
Jamás te puedes negar
si ellos te necesitan:
lo tuyo se queda atrás,
sales por necesidad
y tu tiempo se limita.
Te levantas muy temprano,
con los ojos aún cerrados,
a recibir a tus hijos,
que te traen a los niños,
que dejan a tu cuidado.
Te llegan y se te abrazan
con tanto amor y dulzura
que tus peores momentos
se transforman en ternura.
Si algún día estás débil
–porque te frena la edad-,
te compensan su alegría,
sus juegos, su fantasía
y el amor que te dan.
Así se pasan tus días,
entre juguetes y cuentos,
en revisar sus mochilas,
ayudar en sus deberes
y llevarlos al colegio.
¡Es que les amamos tanto,
con este amor sin medida,
que por ellos lo damos todo,
luchando para ayudarles,
aunque te cueste la vida!
Temo que llegue el momento
en que les vienen a buscar,
porque …no sé lo que siento:
se mezclan los sentimientos
de alegría y soledad.
A LOS ABUELOS
de los hijos y los nietos
aunque nos falten las fuerzas,
aunque nos pesen los años
y se nos acabe el tiempo.
Aunque tu cuerpo cansado
grite que no puede más,
te ayuda el amor de madre
a superar el cansancio
y cualquier dificultad.
Jamás te puedes negar
si ellos te necesitan:
lo tuyo se queda atrás,
sales por necesidad
y tu tiempo se limita.
Te levantas muy temprano,
con los ojos aún cerrados,
a recibir a tus hijos,
que te traen a los niños,
que dejan a tu cuidado.
Te llegan y se te abrazan
con tanto amor y dulzura
que tus peores momentos
se transforman en ternura.
Si algún día estás débil
–porque te frena la edad-,
te compensan su alegría,
sus juegos, su fantasía
y el amor que te dan.
Así se pasan tus días,
entre juguetes y cuentos,
en revisar sus mochilas,
ayudar en sus deberes
y llevarlos al colegio.
¡Es que les amamos tanto,
con este amor sin medida,
que por ellos lo damos todo,
luchando para ayudarles,
aunque te cueste la vida!
Temo que llegue el momento
en que les vienen a buscar,
porque …no sé lo que siento:
se mezclan los sentimientos
de alegría y soledad.
A LOS ABUELOS
En clase me han puesto como tarea
“Hablar de alguien a quien quieras”.
Vaya trabajitos me manda la seño;
yo quería jugar
y ahora tengo que pensar.
A ver, a ver… a quién quiero yo…
Repaso en mi cerebro a toda mi familia,
y, sin darme cuenta, escribo con carrerilla:
Es mayor que yo, pero no es viejo;
juega conmigo y me cuenta cuentos.
Me lleva al cole y me despide con un beso,
me recoge y me achucha de nuevo,
siempre me llama “mi cielo“.
Me cuida, me explica lo que no entiendo,
y, cuando yo me desespero,
él me anima diciendo:
“tranquilo, mi niño, que nadie nace sabiendo”.
Es tan listo… más que un genio.
Al día siguiente, la profe llega de buen humor:
“la tarea en mi mesa, por favor”
Al terminar la hora ya las ha leído todas:
es más rápida que una escoba voladora.
Se levanta pensativa y camina hasta mi mesa,
¡con mi libreta en la mano!.
“Ya lo he hecho mal”, piensa mi cabeza.
Aquí falta algo, me dice sonriendo,
este genio al que quieres,
¿es el rey, es el cartero?
“¡Huy!, se me olvidó el título“.
Es el mejor, seño… es mi abuelo.
“Hablar de alguien a quien quieras”.
Vaya trabajitos me manda la seño;
yo quería jugar
y ahora tengo que pensar.
A ver, a ver… a quién quiero yo…
Repaso en mi cerebro a toda mi familia,
y, sin darme cuenta, escribo con carrerilla:
Es mayor que yo, pero no es viejo;
juega conmigo y me cuenta cuentos.
Me lleva al cole y me despide con un beso,
me recoge y me achucha de nuevo,
siempre me llama “mi cielo“.
Me cuida, me explica lo que no entiendo,
y, cuando yo me desespero,
él me anima diciendo:
“tranquilo, mi niño, que nadie nace sabiendo”.
Es tan listo… más que un genio.
Al día siguiente, la profe llega de buen humor:
“la tarea en mi mesa, por favor”
Al terminar la hora ya las ha leído todas:
es más rápida que una escoba voladora.
Se levanta pensativa y camina hasta mi mesa,
¡con mi libreta en la mano!.
“Ya lo he hecho mal”, piensa mi cabeza.
Aquí falta algo, me dice sonriendo,
este genio al que quieres,
¿es el rey, es el cartero?
“¡Huy!, se me olvidó el título“.
Es el mejor, seño… es mi abuelo.
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